¿Qué es antes? ¿El síntoma o la enfermedad? Seguro que esto os recuerda a otra famosa pregunta pero os aseguro que en este caso las implicaciones van mucho más allá del desconcierto que todos hemos tenido de niños.

No cabe duda de que de que no se puede tener una enfermedad si no se tienen síntomas. ¿Seguro? ¿Existen las enfermedades asintomáticas? Por supuesto que sí, incluso puede ser que en estos momentos tanto tú como yo padezcamos una de ellas. Pero precisamente como son asintomáticas no lo sabemos. En cualquier caso yo quería mostrar como puede darse el caso de que la enfermedad sea antes que el síntoma. Quod erat demostrandum.

¿Y el caso inverso? ¿Síntomas antes de la enfermedad? Por supuesto. Empiezas a notar un ligero dolor en el abdomen. Y acaba en apendicitis. O sientes picor en la garganta. Y… Pues eso. Que también hay casos en que los síntomas son antes que la enfermedad. Quod erat demostrandum (2).

Y me preguntaréis… ¿a qué nos lleva esto? ¿es una contradicción? ¿una paradoja? No, no. Es un hecho. Y tenemos que vivir con él. Y lo hacemos. El mundo se divide en dos tipos de personas. Los que tienen síntomas (todos) y los que tienen enfermedades (el resto). La sintomatología es una de las ramas de la medicina. El médico tiene que “detectar” los síntomas de las enfermedades. Cuando vamos al psicológo, en función de lo que le contemos, nos hará un diagnóstico. Para eso analizará los síntomas y verá cuales son los que mejor encajan en alguno de los problemas, trastornos o enfermedades previamente definidos. Es decir, cumple una papel de sintomatólogo, que muchas veces es más arte que medicina. Se detectan síntomas, se aislan, se agrupan… y se etiquetan. Y con la etiqueta, se determina el tratamiento a seguir. 

Todo parece muy lógico. Pero no siempre es así. os lo contaré en un próximo post.

La medicina se compone de al menos tres actividades diferentes: